martes, 7 de febrero de 2017

28 AÑOS SIN TÍ, MAMA (Ayer mismo)

Otro 8 de Febrero más que se cierne sobre mí, sobre el calendario del tiempo maldito que no cesa ni un instante, que no otorga ni tan siquiera un respiro en esta lucha constante que es mi vida por enfrentarme al futuro y evitar que mis amados recuerdos se alejen y diluyan. 

A pesar de todo, sé que lo estoy consiguiendo. Desde aquel 8 de febrero de 1989, en que yo tenía 13 años y cursaba 7º de E.G.B., desde aquel mismo instante en que tú te quedaste dormida para siempre, o quizás antes, desde que la enfermedad empezó a carcomerte y debilitarte, yo me quedé atrapada en un laberinto sin salida del que jamás he vuelto a salir, no sé si porque no puedo o no quiero o un poco de ambas cosas, lo que sí sé es que no quiero dejar de recordar y revivir como si de ayer mismo se tratara, todos y cada uno de los 13 años de mi vida que pasé junto a tí, no quiero olvidar el sonido de tu voz, las expresiones de tu rostro, tu olor de madre, que no puedo describir con palabras, sin el cual me era imposible conciliar el sueño, tu adorable sonrisa y tus escandalosas carcajadas, las cuales me siento muy orgullosa de haber heredado de tí, todas y cada una de tus líneas de expresión, desde la frente al cuello, (párpados ligeramente hinchados por la retención de líquidos, la marca de tus gafas bifocales sobre la nariz que heredaste de tu padre, el abuelo )  tu pelo caoba, siempre perfectamente peinado, (como buena peluquera que eras), tus manos, con los dedos ligeramente hinchados también por la retención de líquidos, tus pies ( con alguna que otra  duricia por los taconazos que siempre te gustaba llevar para ganar altura y con los que andabas tan pizpireta ), tu piel tostada, sobre todo en verano, tu brazo izquierdo, con la fístula que al tocarla vibraba y que estaba deformado de tantos pinchazos por la diálisis a la que tenías que ir los martes, jueves y domingos por la noche. A veces del jueves al domingo como tenías que aguantar un día más, no controlabas bien los líquidos y te ahogabas. Entonces el papa te tenia que llevar corriendo al hospital a que te dializaran de urgencias. Nunca olvidaré aquel día que volvíamos del Burrito en coche tu y yo hacia casa y tú conducías. Yo noté que tosías mucho y tuve la sensación de que te ahogabas, pero tú me decías que no, que estabas bien. Justo al llegar a casa y bajar del coche vi claramente que te faltaba el aire y me puse muy nervioosa. Menos mal que el papa venía detras nuestro y llegó al momento. Cuántas veces, como aquella, me habré sentido impotente estando contigo, mama, viendo que no estabas bien, que sufrías en silencio, y sin saber como actuar, qué hacer, cómo ayudarte.... esa impotencia todavía hoy me tortura y me culpabilizo por no haber sabido cuidarte como lo debería haber hecho, es más, por haberte disgustado en muchas ocasiones, demasiadas. Eso es algo que nunca me podré perdonar.
En el fondo creo que sigo siendo aquella niña de 13 años, que me quedé estancada junto a mi padre, tras la ausencia de mi madre y ambos hemos vivido sumergidos en los recuerdos y acorazados frente al futuro durante 26 años y 3 meses. Cuando el 2 de Mayo de 2015 el papa se fue con la mama yo entré en estado de shock. Seguía dentro de un laberinto sin salida pero encima había perdido a la única persona que me sostenía en pie, que me cuidaba y protegía dentro de ese laberinto.
Este último año y 9 meses estoy intentando sostenerme sola dentro del laberinto sin salida.
Todavía no tengo muy claro si lo conseguiré, lo que tengo claro es que si salir del laberinto supone dejar de recordar un atisbo de lo que ahora recuerdo como si ayer mismo lo hubiera vivido, no quiero salir y prefiero pasar el resto de mis días aqui atrapada.

Siempre conmigo mama. No importa el tiempo que pase.
Para mí siempre será "ayer mismo".

Te Adoro

Tu hija, tu Tesoro, tu niña,

Olga Mª 

8 de Febrero de 2017