Cuando
te conocí aquella tarde ya decadente vi en ti todo aquello que no viera en
mucho tiempo…
Tus
ojos eran los suyos, también sus labios, tu mismo rostro era el suyo… era él.
Tu
mirada proyectaba la suya, te vi a ti en él, lo vi a él en ti… ¿cómo
explicarlo?
Eráis
una misma persona y dos distintas al tiempo. Ambas significabais mucho para mí.
Teniéndote
frente a mí retrocedí en el tiempo y recordé un amor, el mismo que ahora sentía
contigo… ¿Tal vez eráis al mismo? Yo sabía que sí, pero la realidad dijo que
no. Sin embargo yo aún creo que no me equivoqué.
Sé
que ambos me entendéis y que jamás revelaréis nuestro incógnito secreto. Sé que
jamás os tendré, pero siempre os llevaré conmigo.
Somos
tres espíritus afines que nunca podrán separarse, aunque sigan caminos
distintos en el laberinto del universo.
A
ti, para ti, por ti, a vosotros, para vosotros, por vosotros escribo esto y
abro mi corazón.
Estoy
a tu lado, a vuestro lado y guío vuestro ser, del mismo modo que vosotros
guiáis el mío…
A R y J
Olga
4
Agosto 1994