jueves, 22 de agosto de 2013

Mis pensamientos eran suyos...



Mis pensamientos eran suyos, también mis sueños y mis deseos…

Cualquier pensamiento lo definía, cualquier sueño lo presidía, cualquier deseo lo alentaba.

Cuando despertaba su imagen perturbaba mi vida, mi tranquilidad, porque me abrumaba y embriagaba de melancolía y añoranza.

Cuando dormía su imagen aparecía, repentina y onírica, endulzando mi sueño y eternizando mi letargo.

Quisiera contemplar una realidad igual, con la que deleitar mi amargo espíritu y acariciar mi dolido ego pero puede que ni siquiera exista tal realidad y, si existiese, todavía me queda un largo camino para vivirla: el camino de la vida terrenal.



A D.

Olga

2 Septiembre 1994

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