jueves, 8 de febrero de 2018

29 Años, Mami.

Otro 8 de febrero maldito para papi y para mí, que transcurre en el calendario de esta vida terrenal sin tu presencia física mamita.

Y ya son 29. 
Los últimos 3 ya cuentas con la compañía incondicional e infinita del Papa, junto a la de tu otra hijita Olga, con la que te reencontraste después de 18 años huérfana, y ahora, muy a mi pesar, también el papa se ha podido reunir con su primera hija, y mi querida hermanita Olga os tiene a su lado a los dos.

Yo me consuelo pensando que los tres desde ese Cielo hermoso donde reposáis también cuidáis de mí y me protegéis igual que lo habéis hecho en vida, o incluso más.

Mamita mía, cómo decirte que tengo en mi mente grabados a fuego, todos y cada uno de los momentos que compartimos juntas.
Te recuerdo como si te tuviera aquí mismo con tu bata roja, tus rulos en la cabeza y también con tus zapatos de tacón de aguja, tu abrigo "suave", tu precioso pelo caoba y tú faz siempre, o casi siempre, con esa ligera máscara de maquillaje para ocultar tus ojeras, tus párpados hinchados, tu rostro cansado y fatigado, pero siempre con esa espléndida sonrisa para no transmitir dolor ni sufrimiento a quienes tenías cerca; Tus manos, con tus dedos ligeramente hinchados, mirándotelas constantemente para controlar la retención de líquidos; Tu forma de hablar y de reírte, con ese  aire y salero manchego que tan orgullosa me siento de haber heredado. 
Todavía siento el calor de tu regazo, ese calor único y maravilloso que sólo transmite una madre, y tu olor, ese adorable y reconfortable aroma que me embriaga de calma, sosiego y paz.

Y tantas y tantas cosas más...

Tan solo tenía 13 años cuando te fuiste, pero fue tanto y tan grande e intenso el Amor que me entregaste en cada uno de los instantes que compartimos, que los llevo conmigo tan presentes como si los hubiese vivido ayer mismo. 

Y por ello le doy gracias a Dios, por haberme concedido el privilegio de disfrutar de tí físicamente 13 años que se han convertido en toda una eternidad en mi alma y corazón.

Y a tí, mamita, qué decirte, que cada día que pasa me doy más cuenta de la Gran Madre que tuve, tengo y tendré por siempre, que eres un Ejemplo a seguir por tu valentía, fortaleza, coraje, espíritu de lucha y sacrificio y quiénes te conocemos sabemos que en verdad es así y que no hay adorno en mis palabras ni atisbo de subjetividad.

Siempre conmigo mamita.
Siempre.

Tu tesoro,
Olga María

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