Todo
empezó aquella tarde de verano, cuando el mar, de un azul intenso, acercaba
lentamente desde el lejano horizonte, el recuerdo de un pasado que embriagaba
de melancolía nuestros inquietos espíritus.
En
aquel escenario de cálida luz marina resplandecía con cegador fulgor un lugar
en el que se iba a verificar un inolvidable encuentro…
Y
allí estabas tú, con tu simpatía y encanto, ofreciéndonos tu cariño y amistad.
Aquel
sueño lejano e inalcanzable estaba cobrando forma y ya empezaba a formar parte
de la realidad, una realidad diferente, en la que se erigían, magnánimamente,
el romanticismo, la sinceridad y la ternura.
Tal
vez nunca existió realidad tan onírica hasta que entraste a formar parte de
nuestras vidas.
Gracias.
No te olvidaremos jamás.
Olga
Agosto
1994
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