Hoy he pensado que tal vez mi cuerpo me quiere más a mí, (o a sí
mismo), de lo que yo le quiero a él, (o a mí misma), y lucha “a
ultranza” por sobrevivir y subsistir, dentro de sus carencias, mucho más
de lo que yo lucho por cuidarme y paliar dichas faltas…
De
todo ello me aventuro a deducir que el “instinto básico de
supervivencia” cobra vida propia, enfrentándose a mis “deseos
autodestructores”.
Es en ese preciso momento cuando nace
la lucha implacable entre Cuerpo y Alma, entre “Carne y Espíritu”, entre
“Materia y Ser”, entre “Sentido y Sensibilidad Extrasensorial”…
Entonces
me desprendo de “El Cuerpo” en un intento frustrado de imponerme y
enfrentarme a Él, haciendo prevalecer mis “Ideas”- Puras, Inmaculadas,
Intangibles e Incorpóreas - frente a mis “Sentidos”- Impuros, Sucios,
constatables empíricamente y materiales-.
“Mi Cuerpo”-
corrupto y regido por el instinto animal- inherente a sí mismo, se
activa, impulsivamente, en una búsqueda desesperada hacia la “Vida
Terrenal” que mi “Alma”- Incorrupta, Pura y regida por la “Razón
Suprema”- le niega obstinadamente…
“Salud Física” y “Salud Espiritual” devienen incompatibles y excluyentes en este mi Universo…
La Eterna Duda que se suscita en mi mente es la siguiente:
¿Cuál de ellas resultará “vencedora” y cuál “vencida”?
Olga María Puig Martínez
30 Marzo 2001
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